Este trastorno de ansiedad consiste en el miedo a las lugares o situaciones de donde es difícil escapar o dónde no se dispone de ayuda en el caso de sufrir una crisis de pánico. La persona que padece este trastorno tiene constantes anticipaciones de las sensaciones desagradables que tiene asociadas a estas crisis y de los peligros que conlleva la posibilidad de perder el control sobre uno mismo.
Estos ataques de ansiedad se pueden producir tanto en espacios abiertos (entornos naturales, parques, calles…) como en espacios cerrados (ascensor, supermercados, tiendas o cualquier lugar que se perciba como inseguro).
Algunos de los síntomas psicológicos propios de la agorafobia son: miedo a quedarse solo, miedo a estar en lugares que se perciben como de difícil escapatoria, miedo a perder el control en público, sensación de irrealidad y permanecer en casa durante periodos largos de tiempo.
Por otra parte, entre los síntomas físicos más comunes aparecen; sensación de asfixia, dolor torácico, mareos o sensación de desmayo, malestar estomacal o nauseas, sudoración, temblores, ritmo cardíaco acelerado y dificultad para respirar.